Puedo ver sus dedos, largos y seguros, bailar sobre el tapete de lenguas marfiles, undiendo cada una luego de cada palabra que su alma gritaba en silencio.
Las notas cobraban vida al estar sometidas dulcemente al más armonioso de los sentidos.
Él, amo y señor, evocaba recuerdos que se proyectaban en esa oscura habitación de ensueño, a través de majestuosos galopes. Mi cuerpo, producto de sus actos, estático, levitaba. Mis oídos, ya completamente drogados, no daban cabida a otro sonido, que cpeneraba dulcemente mi cuepo.
Se sumergió en lo más hondo de mi sangre y el éxtasis que su efecto me provoca, se petrificó, asentándose para siempre en más que un sólo rincón de mi alma, desarmando mis sentidos, hipnotizándolos, dejándome vulnerable a la vida.
Es increíble cómo el hilo que teje sólo una melodía -la más rica de todas- puede dejar al descubierto al más fuerte de los hombres.
Las notas cobraban vida al estar sometidas dulcemente al más armonioso de los sentidos.
Él, amo y señor, evocaba recuerdos que se proyectaban en esa oscura habitación de ensueño, a través de majestuosos galopes. Mi cuerpo, producto de sus actos, estático, levitaba. Mis oídos, ya completamente drogados, no daban cabida a otro sonido, que cpeneraba dulcemente mi cuepo.
Se sumergió en lo más hondo de mi sangre y el éxtasis que su efecto me provoca, se petrificó, asentándose para siempre en más que un sólo rincón de mi alma, desarmando mis sentidos, hipnotizándolos, dejándome vulnerable a la vida.
Es increíble cómo el hilo que teje sólo una melodía -la más rica de todas- puede dejar al descubierto al más fuerte de los hombres.