Es como si de repente todo el mundo real se tornase simple ilusión, mientras que cualquier ficción que tenga o haya tenido cabida dentro de alguna mente humana se materializara ante mis ojos. Se apropia de mi ilusión, mi corazón, haciendo que éste se comprima hasta la angustia de perder dicha sensación que envuelme mi alma. La racionalidad pasa a segundo plano cuando es la imaginación único juez de mi cordura, cordura que poco a poco se esconde al algún rincón de mi confundido ser.
Son mis brazos los que vibran, alzando el ejército de vellos que ahí habita, cuando este mundo nuevo comienza a cobrar vida en mi "ahora".
Y de nuevo esa angustia, ese puño que se cierra dentro de mi pecho, abrazando mi garganta; así, un millar de gritos desesperados suplican al Olimpo que estos viajes al Ente ficticio no desaparezcan. Mi sangre se convierte en plomo al descubrir que miles son las de almas que se conciben perecen en el limbo entre lo real e irreal. Mi mente se convulsiona, amenzando perder el juicio. Mis labios se entumecen. Y mis ojos, finalmente, se lanzan al acantilado del Pacífico, bañándolos con agua fría, obligándolos a despertar... A ver de una vez la Realidad.
¿Pero cuál es la Realidad?
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