LA INÉDITA EXPERIENCIA DE LOS COLEGIOS "NOCEDAL"
El milagro de El Castillo
Los niños que estudian en ambos colegios poseen un nivel educacional completamente distinto a los vecinos de su edad. Hablan de otra manera, sus gustos difieren. La distancia entre ellos tiende a acrecentarse. Mientras uno escucha música clásica el otro repite un reggaetón. Cuando uno estudia, el otro está en alguna esquina. Esta suerte de desarraigo es el precio que se debe pagar por tener una mejor educación."A veces me dicen que soy longi, que soy un pavo, porque estudio. Yo trato de mantener una relación con mis vecinos de niño, pero a uno lo tratan de cuico aquí. Juego a la pelota, converso, pero sé que hay un punto hasta el que voy a llegar", dice Paolo Latorre, 13 años, séptimo básico.
Pedro Álvarez, ex presidente del centro de alumnos, está en cuarto medio. Su especialidad es computación. Pero quiere ser abogado y asiste a un preuniversitario en La Florida. Dice que allí le preguntan por La Pintana y a veces lo miran con desconfianza. "Hablan por detrás. A veces no perteneces mucho. Pero si eso es lo que debo pagar por ser alguien más en la vida, estoy dispuesto a pagarlo".En los incidentes del 11 de septiembre pasado, un hecho sacudió al colegio. Una turba entró al edificio "Comunidad familia", quebró vidrios, destruyó muebles y saqueó. "Algunos dicen que en el colegio los niños dejan de ser ellos mismos", explica Annalisse, la hermana de Paolo. "Y la razón es porque los hacen estudiar demasiado".Es la hora del recreo. Cientos de niños salen al patio. En medio hay un sacerdote y los más chicos se le cuelgan de los brazos. Los niños, de overol caqui, se ven ordenados, limpios.José Méndez también hace clases en el colegio. De religión. Tiene 19 años y estudia Pedagogía en la U. de Los Andes, becado en un 60 por ciento, y con un padrino que le paga el 40 por ciento restante. José estudió en Nocedal. Su padre es chofer y su madre, auxiliar de recepcionista del Almendral. Su hermana Natalia también estudia allí y es la mejor alumna de tercero medio: ella no sabe si seguir los pasos de su hermano u optar por Enfermería o quizás Medicina. José toca la viola. A su hermana le gusta Bach."Me demoro cerca de dos horas en llegar de mi casa a la universidad. Uno ve cómo Chile va cambiando mientras avanza la micro", reflexiona José. "Creo que no hubiese tenido la chance de estudiar en una universidad como ésta de no haber estado en el colegio. Y no he sentido ese cambio tan grande, no me he sentido excluido, porque algunos vecinos me ponen como ejemplo para sus hijos".Su madre, María Angélica Ibaceta, agrega: "Vivimos en una villa rodeada de un ambiente complicado. Se escuchan balazos durante el día, en la noche qué decir. Imagínese cuando mi hijo se va a la universidad: parte a las seis de la mañana. Está oscuro. Y quedamos con el alma en un hilo. Pero la familia entera ha hecho todo para que mi hijo y mi hija salgan adelante".Cae la tarde. La mayoría de los niños empieza a salir del oasis. Cuando comienza la noche, la avenida Primavera se convierte en un sitio tan oscuro y peligroso que el hedor de la basura pasa a un segundo plano.
Luis Miranda V.
Suplemento Revista "SÁBADO"
Sé que parece una lata leer este reportaje, pero vale de verdad la pena.
Me sorprendí y me llené de gozo al leerlo. ¿Por qué? Porque es mi sueño hecho realidad. Para todo aquel que ha hablado un buen rato conmigo, creo que le he mencionado por lo menos "algo" de este gran sueño que tengo. Generalmente se basa en "Voy a mejorar la educación en Chile" o "Voy a tener un colegio". Sea cual fuese mi comentario, está retratado muy detalladamente ahí.
Sorpresa fue leer TODO, pero exactamente todos mis planes concretados. Y Gozo fue descubrir, o más bien volver a convencerme, de que es perfectamente concretizable... Probando, nuevamente, que los sueños NO SON utopías...
Digamos que María Paz Montero, directora de la Fundación, tiene más de mi de lo que podría tener cualquiera...
El milagro de El Castillo
En una zona olvidada de Santiago, el establecimiento ligado al Opus Dei ha tenido un desempeño que supera con creces el promedio nacional. el doble de matemáticas y castellano que el programa oficial, mucho deporte y profesores de tiempo completo explican parte de la exitosa fórmula que se replicará en otras comunas.
Por Luis Miranda V.
Avenida Primavera, población El Castillo, comuna de La Pintana. La calle es larga y está pavimentada solamente en una vía. La otra es una franja de tierra ocupada por basura que se viene a botar en camionadas desde todas partes de Santiago. La ciudad, de hecho, no se ve, no se escucha, no se huele.
Como si se tratara de un insulto, la calle sólo hiede a basura.Pero al otro lado del asfalto, en medio de unos terrenos destinados a la plantación de hortalizas, hace más de 10 años que existe un enorme edificio de excelente diseño y construcción. Cuando comenzaron las obras, los pobladores miraban extrañados e incrédulos, no sabían si allí se levantaría un supermercado o un mall. Pero ni uno ni lo otro calzaba en sus expectativas. "De repente supimos que era un colegio y la gente entendía menos. Un colegio tan grande y bonito acá era una fantasía", recuerda Pedro Álvarez, 17 años, quien vive cerca del colegio.Se trataba del Nocedal, gran infraestructura, varios pisos, canchas, patios interiores enormes y bien iluminados, enseñanza de excelencia, formación técnico profesional.
En 1996, entraron los primeros alumnos. Luego vino el colegio de niñas Almendral, en 1999, ubicado a unos 100 metros. Y más tarde el edificio "Comunidad Familia", que capacita laboral, sicológica y socialmente a los padres, abuelos o tíos de quienes estudian allí."No hacemos nada especial ni extraordinario", explica Miguel Arce, director del Nocedal. "Tenemos que trabajar hombro a hombro con los padres, porque allí parte la educación. A pesar de que ellos puedan ser analfabetos o semianalfabetos, es muy importante su presencia en el proceso educativo de sus hijos. Lo otro es la entrega de los profesores, y la ilusión que muestran en este proyecto".
Los muchachos empezaron a crecer junto al colegio. Algunos siguieron, otros decidieron marcharse. Con los años el establecimiento se hizo parte del paisaje. Avenida Primavera ya no fue sinónimo de basura o una calle a medio terminar. Ahora es la calle de los colegios de mejor rendimiento promedio de La Pintana.
EL OASIS DE OPORTUNIDADES
Para entrar a Nocedal o Almendral el requisito es vivir en La Pintana y acreditar una situación económica baja. Los niños, explica Arce, rinden una prueba de habilidades en lenguaje y matemáticas, "para decidir entre dos alumnos de iguales condiciones". Hay más de 1.600 alumnos en ambos colegios. La jornada se inicia a las 8:30 y termina a las 17, y aumenta hasta las 18:30 en tercero y cuarto medio. El horario busca disminuir el tiempo de ocio en la calle, reemplazándolo por el doble de clases de matemáticas y castellano que tiene el programa oficial. Incluso, salen con sus tareas hechas, porque en sus casas no tienen las comodidades necesarias.
"Creemos que todos los niños deben tener acceso a una educación de calidad", dice María Paz Montero, directora de proyectos de la Fundación Nocedal, de donde dependen los colegios. "Pero esta excelencia va acompañada de formación humana, inspirada en los valores cristianos, entregados en este caso por sacerdotes del Opus Dei. Una vez que salga la primera generación de niñas, que será este año, intentaremos replicar la experiencia en otro lugares".
También se enseña inglés técnico desde primero básico hasta cuatro medio. Y hay talleres de tenis, fútbol, atletismo, lectura, música, teatro y computación. Desde primero medio reciben una formación técnica en electricidad industrial, electrónica y comunicaciones –en el caso de los hombres– y de salud en las mujeres.
Nocedal tiene una bilioteca con más de cuatro mil libros y, según la dirección, la idea es que los niños lean 18 textos promedio al año.Ambos colegios son gratis y sólo se pagan los útiles escolares y cuotas de centro de padres.
Durante 2006, Nocedal y Almendral contaron con un presupuesto de 1.580 millones de pesos, entregados por el Estado (40 por ciento) y donaciones de privados (60 por ciento). En enseñanza básica, la cantidad de alumnos es de 40 por curso, promedio que baja a 28 en media. La explicación es que en básica se reponen los cupos de quienes desertan. No así en media.Una clave del éxito es el alto nivel de sus profesores (43 por colegio), la mayoría con postítulos en educación.Tanto Nocedal como Almendral hayan obtenido el mejor puntaje en su categoría (socioeconomica baja) en el Simce 2006, alcanzando resultados que lo sitúan al nivel de los establecimientos de altos ingresos.
Por Luis Miranda V.
Avenida Primavera, población El Castillo, comuna de La Pintana. La calle es larga y está pavimentada solamente en una vía. La otra es una franja de tierra ocupada por basura que se viene a botar en camionadas desde todas partes de Santiago. La ciudad, de hecho, no se ve, no se escucha, no se huele.
Como si se tratara de un insulto, la calle sólo hiede a basura.Pero al otro lado del asfalto, en medio de unos terrenos destinados a la plantación de hortalizas, hace más de 10 años que existe un enorme edificio de excelente diseño y construcción. Cuando comenzaron las obras, los pobladores miraban extrañados e incrédulos, no sabían si allí se levantaría un supermercado o un mall. Pero ni uno ni lo otro calzaba en sus expectativas. "De repente supimos que era un colegio y la gente entendía menos. Un colegio tan grande y bonito acá era una fantasía", recuerda Pedro Álvarez, 17 años, quien vive cerca del colegio.Se trataba del Nocedal, gran infraestructura, varios pisos, canchas, patios interiores enormes y bien iluminados, enseñanza de excelencia, formación técnico profesional.
En 1996, entraron los primeros alumnos. Luego vino el colegio de niñas Almendral, en 1999, ubicado a unos 100 metros. Y más tarde el edificio "Comunidad Familia", que capacita laboral, sicológica y socialmente a los padres, abuelos o tíos de quienes estudian allí."No hacemos nada especial ni extraordinario", explica Miguel Arce, director del Nocedal. "Tenemos que trabajar hombro a hombro con los padres, porque allí parte la educación. A pesar de que ellos puedan ser analfabetos o semianalfabetos, es muy importante su presencia en el proceso educativo de sus hijos. Lo otro es la entrega de los profesores, y la ilusión que muestran en este proyecto".
Los muchachos empezaron a crecer junto al colegio. Algunos siguieron, otros decidieron marcharse. Con los años el establecimiento se hizo parte del paisaje. Avenida Primavera ya no fue sinónimo de basura o una calle a medio terminar. Ahora es la calle de los colegios de mejor rendimiento promedio de La Pintana.
EL OASIS DE OPORTUNIDADES
Para entrar a Nocedal o Almendral el requisito es vivir en La Pintana y acreditar una situación económica baja. Los niños, explica Arce, rinden una prueba de habilidades en lenguaje y matemáticas, "para decidir entre dos alumnos de iguales condiciones". Hay más de 1.600 alumnos en ambos colegios. La jornada se inicia a las 8:30 y termina a las 17, y aumenta hasta las 18:30 en tercero y cuarto medio. El horario busca disminuir el tiempo de ocio en la calle, reemplazándolo por el doble de clases de matemáticas y castellano que tiene el programa oficial. Incluso, salen con sus tareas hechas, porque en sus casas no tienen las comodidades necesarias.
"Creemos que todos los niños deben tener acceso a una educación de calidad", dice María Paz Montero, directora de proyectos de la Fundación Nocedal, de donde dependen los colegios. "Pero esta excelencia va acompañada de formación humana, inspirada en los valores cristianos, entregados en este caso por sacerdotes del Opus Dei. Una vez que salga la primera generación de niñas, que será este año, intentaremos replicar la experiencia en otro lugares".
También se enseña inglés técnico desde primero básico hasta cuatro medio. Y hay talleres de tenis, fútbol, atletismo, lectura, música, teatro y computación. Desde primero medio reciben una formación técnica en electricidad industrial, electrónica y comunicaciones –en el caso de los hombres– y de salud en las mujeres.
Nocedal tiene una bilioteca con más de cuatro mil libros y, según la dirección, la idea es que los niños lean 18 textos promedio al año.Ambos colegios son gratis y sólo se pagan los útiles escolares y cuotas de centro de padres.
Durante 2006, Nocedal y Almendral contaron con un presupuesto de 1.580 millones de pesos, entregados por el Estado (40 por ciento) y donaciones de privados (60 por ciento). En enseñanza básica, la cantidad de alumnos es de 40 por curso, promedio que baja a 28 en media. La explicación es que en básica se reponen los cupos de quienes desertan. No así en media.Una clave del éxito es el alto nivel de sus profesores (43 por colegio), la mayoría con postítulos en educación.Tanto Nocedal como Almendral hayan obtenido el mejor puntaje en su categoría (socioeconomica baja) en el Simce 2006, alcanzando resultados que lo sitúan al nivel de los establecimientos de altos ingresos.
En castellano, por ejemplo, el Nocedal sacó dos puntos más que el promedio del grupo medio-alto y alto.Harold Potter es ingeniero en ejecución eléctrica de la Usach. Trabajaba en una empresa, hasta que un compañero le comentó que el colegio Nocedal necesitaba un profesor experto en un ramo técnico, por unas cuantas horas. Hoy está a cargo de un curso. "Es muy emocionante ayudar a los niños a salir del lugar donde están. No del sitio físico, sino que sacarlos del ambiente en que irremediablemente caerán si no tienen buena formación. El trabajo de nosotros es ayudarlos de la mejor manera posible. Este lugar es una isla, una especie de oasis en un lugar tan desierto de oportunidades", dice Potter.
EL DURO PRECIO POR UNA MEJOR EDUCACIÓN
De avenida Primavera, hacia el norte, surge un interminable número de pasajes. En cada esquina grupos de jóvenes están de pie o sentados esperando a que pase nada. Hay casas enrejadas como cárceles o pintadas de varios colores. Pero al otro lado de la calle, en la vereda sur, los tres imponentes edificios de la Fundación Nocedal se ven limpios, cuidados, con áreas verdes. Dentro del colegio de hombres hay una cancha de fútbol y rugby, de cesped perfecto.Allí existe una realidad indesmentible.
EL DURO PRECIO POR UNA MEJOR EDUCACIÓN
De avenida Primavera, hacia el norte, surge un interminable número de pasajes. En cada esquina grupos de jóvenes están de pie o sentados esperando a que pase nada. Hay casas enrejadas como cárceles o pintadas de varios colores. Pero al otro lado de la calle, en la vereda sur, los tres imponentes edificios de la Fundación Nocedal se ven limpios, cuidados, con áreas verdes. Dentro del colegio de hombres hay una cancha de fútbol y rugby, de cesped perfecto.Allí existe una realidad indesmentible.
Los niños que estudian en ambos colegios poseen un nivel educacional completamente distinto a los vecinos de su edad. Hablan de otra manera, sus gustos difieren. La distancia entre ellos tiende a acrecentarse. Mientras uno escucha música clásica el otro repite un reggaetón. Cuando uno estudia, el otro está en alguna esquina. Esta suerte de desarraigo es el precio que se debe pagar por tener una mejor educación."A veces me dicen que soy longi, que soy un pavo, porque estudio. Yo trato de mantener una relación con mis vecinos de niño, pero a uno lo tratan de cuico aquí. Juego a la pelota, converso, pero sé que hay un punto hasta el que voy a llegar", dice Paolo Latorre, 13 años, séptimo básico.
Pedro Álvarez, ex presidente del centro de alumnos, está en cuarto medio. Su especialidad es computación. Pero quiere ser abogado y asiste a un preuniversitario en La Florida. Dice que allí le preguntan por La Pintana y a veces lo miran con desconfianza. "Hablan por detrás. A veces no perteneces mucho. Pero si eso es lo que debo pagar por ser alguien más en la vida, estoy dispuesto a pagarlo".En los incidentes del 11 de septiembre pasado, un hecho sacudió al colegio. Una turba entró al edificio "Comunidad familia", quebró vidrios, destruyó muebles y saqueó. "Algunos dicen que en el colegio los niños dejan de ser ellos mismos", explica Annalisse, la hermana de Paolo. "Y la razón es porque los hacen estudiar demasiado".Es la hora del recreo. Cientos de niños salen al patio. En medio hay un sacerdote y los más chicos se le cuelgan de los brazos. Los niños, de overol caqui, se ven ordenados, limpios.José Méndez también hace clases en el colegio. De religión. Tiene 19 años y estudia Pedagogía en la U. de Los Andes, becado en un 60 por ciento, y con un padrino que le paga el 40 por ciento restante. José estudió en Nocedal. Su padre es chofer y su madre, auxiliar de recepcionista del Almendral. Su hermana Natalia también estudia allí y es la mejor alumna de tercero medio: ella no sabe si seguir los pasos de su hermano u optar por Enfermería o quizás Medicina. José toca la viola. A su hermana le gusta Bach."Me demoro cerca de dos horas en llegar de mi casa a la universidad. Uno ve cómo Chile va cambiando mientras avanza la micro", reflexiona José. "Creo que no hubiese tenido la chance de estudiar en una universidad como ésta de no haber estado en el colegio. Y no he sentido ese cambio tan grande, no me he sentido excluido, porque algunos vecinos me ponen como ejemplo para sus hijos".Su madre, María Angélica Ibaceta, agrega: "Vivimos en una villa rodeada de un ambiente complicado. Se escuchan balazos durante el día, en la noche qué decir. Imagínese cuando mi hijo se va a la universidad: parte a las seis de la mañana. Está oscuro. Y quedamos con el alma en un hilo. Pero la familia entera ha hecho todo para que mi hijo y mi hija salgan adelante".Cae la tarde. La mayoría de los niños empieza a salir del oasis. Cuando comienza la noche, la avenida Primavera se convierte en un sitio tan oscuro y peligroso que el hedor de la basura pasa a un segundo plano.
Luis Miranda V.
Suplemento Revista "SÁBADO"
Sé que parece una lata leer este reportaje, pero vale de verdad la pena.
Me sorprendí y me llené de gozo al leerlo. ¿Por qué? Porque es mi sueño hecho realidad. Para todo aquel que ha hablado un buen rato conmigo, creo que le he mencionado por lo menos "algo" de este gran sueño que tengo. Generalmente se basa en "Voy a mejorar la educación en Chile" o "Voy a tener un colegio". Sea cual fuese mi comentario, está retratado muy detalladamente ahí.
Sorpresa fue leer TODO, pero exactamente todos mis planes concretados. Y Gozo fue descubrir, o más bien volver a convencerme, de que es perfectamente concretizable... Probando, nuevamente, que los sueños NO SON utopías...
Digamos que María Paz Montero, directora de la Fundación, tiene más de mi de lo que podría tener cualquiera...