Tuesday, September 11, 2007

Un segundo atrás




Rebuscando en los antiguos cajones de mi cómoda, encontré una hoja amarilla, muy arrugada y de letra poco legible. Sin prestarle mayor atención seguí vaciando mis cajones separando lo útil de lo inútil; lo viejo de lo nuevo, para llevarlos en cajas plegables de supermercado a mi nuevo hogar; un departamento de 70 m2 ideal para mi mejor amigo y para mí. Quedaba cerca de la universidad y muy central. Aunque mis padres se opusieron al principio, al final igual cedieron por mi decisión y al fin y al cabo, ya era mayor de edad, poco podían hacer ellos. Cuando ya tenía mi habitación casi completamente embalada, hice una última revisión general para ver si me faltaba algo. Entre un va y viene recorriendo mi pieza donde pasé mi juventud, posé mi vista en el amarillo y arrugado papel que no me llamaba mucho la atención, pero sí me tenía un tanto intrigado. Para no quedar con la duda, sin más preámbulos tomé la hoja y para mi sorpresa encontré una prueba. ¡Lo que menos me esperaba encontrar era una prueba! Debí de haberla rendido por lo menos 8 años atrás y no fue sorpresa ver la nota; un 4,9. ¡En lenguaje soy un fiasco! Revisando mejor la prueba, el mí corazón dio un vuelco al ver en la esquina izquierda de la hoja, escrito con tinta roja “Alberto Zapata”; mi profesor del ramo. Era un tipo tieso, fornido, que pocas veces reía; pero sí era justo, eso sí lo recuerdo bien. También me acuerdo de que con mis compañeros lo molestábamos por pronunciar en vez de c y s, la z, muy cómico por lo demás. Siguiendo mi inspección de la prueba, encontré una serie de bosquejos feísimos, que lo más probable hayan sido diseñados por mí, rogándole que me subiera la nota; al parecer poco caso me hizo. Cuando mi mamá estuvo enferma y mi padre poca atención me prestaba, sucumbido en la gravedad de su esposa, Alberto Zapata me fue una buena mano. ¡Cómo haberlo olvidado entre tantas vivencias de mi adolescencia! Creo que el mayor estímulo que tuve en la lectura fue él, que me prestaba enormes tomos, dónde me perdía descubriendo mundos, olvidando por unos segundos la enfermedad de mamá. Terminé de ojear la prueba, con una sonrisa en el rostro, nostalgia… Tantos profesores que me habían acompañado por 12 años y haberlos olvidado. Plegué la prueba en cuatro partes, la guardé en el mismo cajón dónde la encontré, esperando que en 8 años yo vuelva por casualidad, a lo mejor, a encontrar la arrugada y amarillenta hoja de letras ilegibles, para poder volver al pasado a recordar nostálgicos recuerdos y poder narrárselos a mis hijos.

3 comments:

Anonymous said...

guruuu lindooo!!!!!
te extraño muchisimo
un abrazoo grandoteee
te adoro mil!!!
bai baiii!!!!
:D

Penny said...

ayyy mi niña si escribe tan bien...¿lo esribiste tu cierto?,t amoooo tanto y te extraño aun mas, pero jamas te olvido....no lo dudes.

Parnasiana said...

Es cuático. Cuando me meto a un blog espero leer algo de la persona.
Y cuando me pillo con esto, me pongo torpe, como esperando que al final aparezca el tú, el "yo soy dueña de este blog".
Así que cooler.
Bien redactado, ordenadito.
Me gusta, me gusta.
Besos!