Al final no somos capaces de dejar un libro -ya leido una y mil veces- porque más que amar a los personajes, nos hemos encariñado con la historia, su trama y recovijos.
Más que querer que el protagonista viva, sentimos que no podemos vivir sin saber qué ha pasado en su aburrida existencia literaria, en los miles de enrredos y pasillos escondidos.
Es por eso que no había podido dejar mi libro. Bueno, por lo menos lo estoy intentando.
Ahora espero a ver qué best-seller me ofrecerá la librería más cercana.
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