Veamos ahora... Siguiente sala, Van Gogh y Renoir. El primero es “El Escolar” de Van Gogh y el otro es “Girl with corn eyes /Girl with flowers”, ambos realizados en 1888. Es interesante que el curador los haya puesto juntos, ya que son ambos retratos de niños, pero sobre todo porque evidencia el modo de trabajar la representación, la pintura y el color de formas tan diferentes y propias.
Por una parte tenemos a Van Gogh, con esos “planos” de color tan recortados, utilizando un trabajo de complementos cromáticos espectacular. Pero a medida que nos acercamos, no son planos, sino que vamos descubriendo color tas color, mezclas de un color superpuesto a otro, que lo hace riquísimo, son mini universos independientes –en este caso cada mezcla-. También está la composición de la obra, atrás libre pero no neutra, ya que está a su vez separada en dos ambientes –rojo y naranjo- creando una línea horizontal pregnante en la pintura. Ésta a su vez se ve quebrada por la posición del niño y la silla que crea una diagonal. Finalmente –para mi escala de intereses- está el trabajo cromático realizado en el resto de la figura… Esos verdes musgos, amarillos y rosas bermellón se mezclan, y se separan. La vista perdida del representado llega a dar miedo, me lleva a un “recogimiento del ser” –grandes palabras!- y que me recuerdan mucho a las obras de Jenny Saville, que no tendría la menor sorpresa de saber que fueron inspiradas de esta obra.
Y como dije antes, junto a la esta obra está Renoir, y que si bien nunca lo había pensado -puede ser porque nunca había sido direccionada a verlas juntas, a no ser ahora por el curador- se parecen mucho, pero al mismo tiempo son universos diferentes.
Renoir, a diferencia de Van Gogh, es mucho más naturalista en su forma de representación. Todo está construido por medio de pequeñas pinceladas que se superponen, que se vuelven propias si nos acercamos a la obra, pero que al alejarnos crean forma, crean volumen, careciendo completamente de la línea –como es el caso anterior-. Mientras que Vicent trabaja a partir de planos, Renoir los anula completamente, en cuanto el primero crea tensión con el brillo de sus los colores, el segundo los armoniza…
Los ojos de la niña de Renoir hablan, preguntan, interpelan; como lo hacían los de Lawrence.
Está siendo muy placentero observarlas juntas. Dos artistas tan importantes, cada uno con sus elecciones propias de lenguaje, pero que puedan tener percepciones en común.
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