Edouard Vuillard
La princesa de Bibesco 1920
Soy una fanática de los mundos que pueden ser inventados con los colores. Y no me refiero a las figuras q se crean a con los colores, sino a los diferentes universos q percibimos cuando son ordenados y escogidos correctamente.
Si esta es una de mis pasiones en el arte, el color, que vivifica y deja vivir, en esta obra vivo. Me vuelvo pequeña e insignificante cuando me sumerjo en ese mar de colores pasteles… podrían ser todos un gris, pero ese gris se vuelve verde, rosa, naranjo, azul o lila… La mancha se separa del todo, recorre el espacio y luego se transforma, como si tuvieran vida propia… cada elemento tiene voz independiente, pero moriría si la separan de sus compañeros, de su todo.
Finalmente esta esa lámpara que genialmente irradia pequeños hilos de luz que bañan la habitación, conjugándola por completo. Es esa luz la que da en definitivo la sensación ambiente único, con pinceladas gruesas, pastosas y que a diferencia del resto cromático, brillan. Es delicioso ver el brillo tan sutil y delicado en el pelo y el cuello de la princesa, en la punta de la mesa que nos hace entrar en el cuadro, en la silla y una larga en la ventana.
Me alejo con la mis ojos gozosos de placer.
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